Decir que la educación, es un derecho, es cierto un derecho, pero un derecho por el cual debo desembolsar una enorme suma de dinero, para después estar endeudado los próximos 10 años de mi vida.
Preguntar por una carrera es sinónimo de cuanto dinero debo pagar y con cuanto dinero quedo endeudado. ¿Por que México y Argentina tienen educación gratuita?, Finalmente reflexionar: Con una de las tantas frases que han aparecido en las manifestaciones ciudadanas.
"Eleji educar y ahora me castigan"





lunes, 8 de agosto de 2011

Noticia aparecida el domingo 1 de junio de 2008

(La nación Domingo)
Buscan establecer la autenticidad del cadáver el prócer

La última aventura de Manuel Rodríguez
Un fiscal y un defensor público, apoyados por la Universidad Pedro de Valdivia y Carlos Cardoen, intentan comprobar si el cuerpo sepultado en el Cementerio General corresponde o no al guerrillero. Pero la Seremi de Salud no autoriza las pericias.

Lo dijo alguna vez Pablo Neruda en el "Canto General": Manuel Rodríguez "puede y no puede; puede ser sólo el viento sobre la nieve". Esta es la disyuntiva que protagoniza la legendaria imagen del prócer de la Independencia, pero no desde hoy, sino desde su asesinato en Tiltil, el 26 de mayo de 1818, hace justo 190 años.
Pese a que no han faltado teorías que sitúan los restos del Húsar de la Muerte en distintos lugares como la vieja iglesia de Tiltil, la Catedral Metropolitana, la iglesia de La Merced o el Cementerio General, no se sabe a ciencia cierta dónde se encuentran, ya que, de acuerdo a los procedimientos de la época y las circunstancias de su muerte, los datos acerca del destino de su cadáver no fueron muy fiables.
Sin embargo, para el fiscal Juan Pablo Buono-Core, el misterio está casi develado. Desde 2006, el abogado y un colega, el defensor público de Rancagua, Jaime Jansana, están realizando una acuciosa investigación sobre los últimos meses de vida del popular héroe patriota, la que se plasmará en un libro que preparan desde 2006.
La historia, afirma, recorre desde su asesinato en las planicies de la cancha del Gato, cerca de Tiltil donde soldados del Regimiento Cazadores lo llevaban a la cárcel de Quillota , hasta hoy, donde Buono-Core y un grupo de especialistas de la Universidad Pedro de Valdivia, además de descendientes del héroe, esperan que la autoridad metropolitana de Salud permita exhumar los restos que desde 1910 reposan bajo el nombre de Rodríguez en el Cementerio General, y que según sus pesquisas no corresponden al prócer.
Sin embargo, la Seremi de Salud, que encabeza el doctor Mauricio Osorio, rechazó en primera instancia la petición. "Aduce que existían varios vacíos legales que no lo facultaban para autorizar las pericias", explica el investigador.
"Que hayamos vuelto a pedir la pericia para saber si el cuerpo enterrado ahí es o no Manuel Rodríguez es fundamental para Chile camino al bicentenario. La búsqueda de la verdad obedece a la necesidad de desentrañar un crimen, el primer asesinado político de nuestra historia", añade.

MITOS QUE CHOCAN
La última aventura de Manuel Rodríguez empieza después de muerto. La historia oficial dice que su cadáver estuvo cinco días a la intemperie y fue presa de los animales de rapiña, hasta que saqueado, semidesnudo y medio putrefacto el cuerpo fue recogido por lugareños que lo enterraron en la capilla del pueblo, por orden del juez subdelegado de la localidad y amigo del guerrillero, Tomás Valle, quien mantuvo el sepelio en secreto por miedo al Gobierno de O’Higgins.
Luego de 70 años de silencio, en el período presidencial de Jorge Montt hacia 1895 se organizó un comité patriótico popular, compuesto por el historiador Justo Abel Rosales y el doctor Enrique Allende Ríos, para exhumar y reconocer los restos.
La autorización, firmada por Enrique Mac Iver y el propio Presidente Montt, permitió que se abriera la sepultura. Ciertos rasgos del esqueleto, como la deformación en el cóccix ocasionada por la montura a caballo, fueron considerados pruebas efectivas de que sí se trataba del patriota. También se hallaron restos de un uniforme que, según un sastre, databan de la Independencia.
Así, se declaró corroborada la identidad de los huesos "hasta cierto límite" y se tomó la decisión de llevarlos al Cementerio General, pese a que no hubo jamás una prueba convincente de su identidad. Por el contrario, las dudas siempre han sido muchas: se dijo que el cadáver enterrado en Tiltil era en realidad de otro soldado, muerto por accidente en el mismo pueblo, y que fue disfrazado como si fuera el guerrillero.
También se dijo que el cuerpo que fue sacado de Tiltil no era el suyo, y que en 1968 un agricultor de la zona intentó desenterrarlo de la capilla, pero los restos se hicieron polvo al contacto con sus manos. Una tercera versión señala que los verdaderos restos están sepultados en otro lugar de Santiago.
Los investigadores esperan que la ciencia los ayude a comprobar fehacientemente la identidad de los restos. Como sea, el intento por conocer el paradero de uno de los héroes de la Independencia, y que cuenta incluso con el respaldo del empresario Carlos Cardoen quien es amigo de un tataranieto de Rodríguez, está entrampado en una maraña burocrática.

La revolución del Húsar
Juan Pablo Buono-Core afirma que el crimen de Manuel Rodríguez está lleno de mitos originados por acción
(La Nación Domingo)
directa de Bernardo O’Higgins y la Logia Lautarina, que lo consideraban un peligro político.
“El día anterior a su detención –el 18 de abril de 1818–, el guerrillero y otros personajes públicos de la época fueron a hacer peticiones constitucionales a O’Higgins, buscando regular su poder como Director Supremo.
Éste respondió ordenando detener a estos patriotas, ante lo cual Rodríguez decidió irrumpir en su caballo en el Palacio de Gobierno. Ahí fue apresado. La historia oficial cuenta que fue encarcelado por revoltoso, pero en realidad estaba apoyando una petición democrática”, señala.
El asesinato de Rodríguez fue disfrazado por las autoridades diciendo que había viajado a Perú, como espía. Cuando se ordenó trasladarlo a Quillota, fue escoltado por soldados argentinos y españoles, comandados por Rudecindo Alvarado.
Él es quien lo mata. Y su muerte ha sido otro error histórico durante 200 años, porque no murió de un disparo: él recibió una bala en la axila, una pesada munición de plomo que lo botó al suelo. Y cuando quiso levantarse recibió un golpe de sable en la cabeza, provocándole un TEC que le causó la muerte”.

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