Columna aparecida en el vespertino La Segunda el 3 de agosto de 2011
El ministro Bulnes logró rápidamente articular una respuesta durante una gran convulsión. Los estudiantes corrieron el cerco de la discusión, y cabe preguntarse si esta respuesta lo corrió suficientemente. Me concentraré en educación parvularia y general, donde se juegan los 90 minutos del partido. La educación superior es el alargue, considerando que hoy, el 45% de los egresados de Media no entiende lo que lee.Lo dulce. Es muy loable exigir cuentas públicas transparentes en todo establecimiento educacional que reciba recursos del Estado. Ayudará a develar los mantos de desconfianza que a veces existen sobre muchos colegios. También se plantea un abordaje integral de la catastrófica situación en que se encuentran 400 mil jóvenes en los Liceos Técnicos. Se plantean cifras y promesas transparentes en cuanto a la reconstrucción. Se comienza a abordar la desmunicipalización de manera descentralizada, con una bienvenida omisión: el panel de expertos había recomendado que los sostenedores públicos pudieran subcontratar sus labores con entes privados, lo cual hubiera equivalido de facto al incendio de la pradera.
Pero el agraz supera al dulce. No se acepta siquiera comenzar a discutir las bases fundacionales de un sistema completamente cuestionado, como el financiamiento compartido, el lucro en la educación general y los niveles de regulación del sistema particular. No es casualidad que tengamos el segundo sistema escolar socialmente más segregado del planeta, consecuencia directa de las reglas del juego. Se desestiman incluso las recomendaciones del panel de expertos en cuanto a la necesidad de imponer mayores exigencias para la instalación de nuevas escuelas, en un escenario sobresaturado de construcciones escolares de escalas intolerablemente pequeñas, financiadas por el propio Estado.
El problema más serio son los US$ 4 mil millones, a gastar entre 4 y 6 años. Por ejemplo: se requieren cerca de 2.300 nuevos jardines infantiles de buena calidad: US$ 600 millones de inversión y un gasto corriente de US$ 450 millones anuales. Los US$ 4 mil millones repartidos en 5 años, focalizados en la mitad de los 4.5 millones de preescolares, escolares y universitarios de Chile, alcanzan para 14 mil pesos mensuales per capita. ¿Da para revolución educativa? Si bien el planteamiento contiene avances y deficiencias, esperamos fervientemente que pueda seguirse discutiendo en un tono pacífico y abierto por todos los involucrados.
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